8.4.10

No son gamberros.

Como sabéis, hace unos días un grupo de residentes en determinados colegios mayores dependientes de la Universidad Complutense agredió e insultó al Rector de la misma, Carlos Berzosa.

En un principio, protestaban por la conversión en mixtas de sus residencias. El mantenimiento de "determinados valores" inherentes a que sean colegios mayores para residentes de un solo sexo era el eje alrededor del cual giraba todo su argumentario.

Podríamos pensar que la agresión no pasa del límite de la mera gamberrada, del "se nos ha ido de las manos". Es curioso observar cómo la Comunidad de Madrid, con Lucía Figar como Consejera de Educación, la misma Comunidad Autónoma de la autoridad de los profesores, de la tarima y no de los ordenadores, de la regla en la palma de la mano, no sólo no se pone del lado del Rector y le ampara frente al empleo de la violencia, sino que se reúne, se sienta a dialogar, con los residentes, escucha sus "demandas".

Mientras, el Rector Berzosa, una autoridad en el sentido del Derecho Penal que tanto manosea Esperanza Aguirre, la cabeza jerárquica de la mayor administración pública no territorial de la Comunidad de Madrid, afronta un emparedado: de un lado, estudiantes que derivan su protesta, de centrarla en el carácter mixto de los colegios a las deficiencias de los mismos; de otro, una Comunidad de Madrid que dialoga con los estudiantes sobre las deficiencias al tiempo que, con la otra mano, le niega la financiación no sólo suficiente, sino debida, a la Universidad Complutense.

Si de financiación se trata, podemos mencionar los recortes del Gobierno regional. En Universidades, de 1.127 millones en 2009 a 1.084 millones de euros en 2010, una caída del 4%. Un recorte que se centra en inversiones, que caen un 71%, dejándolo en un 15% de lo que eran hace dos años. En I+D+i: se dota con 178 millones, un 4% menos que en 2009, mientras que el Gobierno de España destina el 27% de los gastos en I+D+i de los Presupuestos Generales del Estado en el territorio madrileño, lo que supone más de 2.100 millones de euros, frente a los 178 del Gobierno de Aguirre.

Pero, ¿qué está en juego en todo este entramado?
Podríamos pensar que está en juego la capacidad de la Universidad Complutense de sobreponerse a la protesta y hacer los colegios mixtos, algo que, con la Constitución abierta, y no debajo del brazo, debería caer por su peso si el colegio mayor se sostiene con dinero público. Poner en duda la capacidad de la Complutense para hacer mixtos los colegios ya es, de por sí, un paso atrás.

Pero está en juego, en primer lugar, el calentamiento del clima electoral de cara a las elecciones a Rector. Y aquí, los vándalos estudiantes y Atila cabalgan juntos y ya sabemos lo que pasa con la hierba. Ni por un segundo más una Administración del tamaño de la Complutense puede seguir, en el paraíso neocon, controlada por la izquierda, en opinión de los que están al otro lado de la frontera, o de la trinchera, preparando el asalto a la Ciudad Universitaria.

Y lo que es más importante, está en juego la autonomía universitaria misma. Es un aspecto que a la derecha siempre le ha irritado. El templo de la Razón, fuera del control político ordinario. Con el jaleo montado (hay mañanas que pienso que premeditadamente) por los estudiantes, la derecha madrileña ha abierto campo bastante para poner en tela de juicio las cuentas de la Universidad, si invierte mucho o poco en los colegios mayores, en qué se gasta el dinero o se lo deja de gastar... y en cuándo se producirá la auditoría de la Cámara de Cuentas regional, en la que una sustancial parte de sus integrantes comparte con gusto y ostentación mesa, mantel e ideales de derecha extrema con el Gobierno regional a quien debería controlar, en otro ejemplo claro de degradación democrática de la Región.

Sinceramente, la actuación violenta de ciertos residentes no era más que el inicio de la estrategia clásica de acción-reacción que pone la derecha en marcha cuando se trata de dar un zarpazo a un poder que no controla. Y eso lo hemos visto muchas veces en la Historia.

El Rector sí que es una autoridad. Y esto, un Estado de Derecho que se viste por los pies y que debe dar una respuesta ejemplar (que no ejemplarizante) sobre lo que pasa con quien zarandea al Rector y, por tanto, al poder público.

No son gamberros, no es una chiquillada. En la minusvaloración de los violentos, en la disculpa, está el socavamiento mismo de la cosa pública.

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