24.5.06

Dialéctica generacional.

Si por algo se ha caracterizado la izquierda es por la palabra, empleada como principal medio de transformación social. La palabra, en un primer momento, para difundir mensaje entre las masas iletradas, la palabra como método marxista, derivado de la dialéctica hegeliana. La palabra, en resumen, como primera arma, frente a los puños y las pistolas del fascismo de los años 30.

Muchos años después, en nuestros días, la palabra sigue siendo el principal medio de difusión en la izquierda, más que los gestos teatrales de la derecha: correos electrónicos, notas de prensa, proposiciones, ponencias… Pero, en mi opinión, modesta, los socialistas españoles pasamos por un momento trascendental que muy pocos han percibido: el choque dialéctico generacional que se percibe en la base misma del Partido.

La renovación generacional operada en la Ejecutiva del Partido en el año 2000 trajo a compañeros de una media de 40-45 años (con excepción del compañero Chaves) con José Luis Rodríguez Zapatero a la cabeza. Esa misma reforma generacional ha traído a numerosas Federaciones dirigentes de esa misma media de edad (Simancas en Madrid, Pla en Valencia, Marcelino Iglesias en Aragón…).

Este proceso de relevo generacional no ha calado en las Agrupaciones Locales. En Madrid, no ha calado sustancialmente en las Agrupaciones de municipio ni, salvo honrosas excepciones, en las Agrupaciones de distrito. Nuestro Partido, por la base, no tiene suficientes compañeros dispuestos a asumir responsabilidades entre los 30 y los 50 años, que es cuando se tienen hijos y responsabilidades laborales y familiares severas. Y ello es una realidad en una ciudad con un ritmo de vida elevado que deja escaso margen al esparcimiento (concepto en el que cualquiera que trabaje en una jornada de 8 horas incluiría su pertenencia a un partido político).

Ello conduce, inevitablemente, a un choque dialéctico doble. De una parte, los dirigentes de las Agrupaciones siguen siendo de la generación de Felipe González, nacidos en los años 40, lo que conduce, en algunos casos y sin caer en alarmismos, a no verse identificados con dirigentes de menos veteranía pero más responsabilidad, y ello lleva a que hablen, actúen y decidan con criterios que antes eran válidos y hoy o no son correctos o, si lo siguen siendo, no tienen que ser necesariamente los mejores criterios. De otra parte, los únicos dirigentes que no son los del Partido son, directamente, los de Juventudes, con los que las diferencias metodológicas y dialécticas son aún más patentes.

Dejémoslo claro, un mitin no se convoca igual hoy que en 1977 o en 1982. Los mensajes a móviles y el correo electrónico son hoy herramientas básicas. La imagen corporativa, la claridad en la exposición de ideas y el orden son básicos de cara a los medios de prensa, que hoy no ocupan la posición que tenían hace 20 años. El hecho más simple: salir a la calle detrás de una pancarta, por mucho que mis padres se empeñen, ha cambiado. El modo de actuar, de tratar al ciudadano, de hacer un Partido abierto, es diferente, lo que no quiere decir que el modo de hace 20 años sea peor sino, simplemente, distinto.

La diferencia es cada día mayor… y es preciso que haya un cambio generacional sucesivo. Los compañeros de 40 años deben acceder a puestos de responsabilidad, si no queremos taponar las opciones de gestión de los compañeros más jóvenes, que deben acompañarles en esa responsabilidad para generar una cadena de formación continua. Y todo ello en beneficio de este viejo y nuevo Partido, porque la sociedad cambia y nosotros, como parte de ella, cambiamos con ella, manteniendo los principios, que por algo se llaman así.