Quizás, si en este país superamos las diferencias que habían llevado a la Guerra Civil, fue por el esfuerzo hecho en el periodo constituyente tras la muerte de Franco. La derecha supo ser políticamente correcta y dar juego a una izquierda proscrita durante 40 años, a cambio de que esta renunciase a muchos de sus principios más elementales. Así se llegó a la realización de una Constitución que hoy sigue vigente y casi intacta.
Pero los hijos de aquellos políticos post-franquistas no han sido tan tolerantes ni comprensivos como sus padres, ni entre ellos podemos decir que haya un “hombre de Estado”. Hoy, en nuestros días, podemos ver cómo se critican cosas que izquierda y derecha dejaban fuera del debate político hasta que apareció la figura de José María Aznar, seguido de otros halcones de la derecha como Acebes, Zaplana y Rajoy.
Hoy, por tanto, la derecha ya no respeta las decisiones del gobierno sobre política antiterrorista y juega con el dolor de las víctimas en busca de un beneficio electoral. Lo estamos viendo día tras día, con insultos y amenazas por parte del PP a todo nivel.
De igual modo, hemos comprobado esta semana cómo no se respeta ya el consenso sobre política exterior y el líder de la derecha, Rajoy, ha criticado a Zapatero por “predicar el pacifismo y ser el que más tropas tiene en el extranjero”. A uno le da asco una declaración de este tipo, un señor que estuvo en el gobierno que mandó tropas a Iraq con la oposición de medio país, con manifestaciones masivas, una huelga general de varias horas… se atreve a decir que el Presidente del Gobierno no es pacifista por las misiones que ejerce el Ejército en el extranjero (Congo, Afganistán, Kosovo, Bosnia y hasta hace unos meses Haití, a lo que hay que sumar en un plazo breve Libano). Además de resultar un insulto a la labor que hace el Ejército, resulta una solemne hipocresía que critique misiones de paz (llamadas por la ONU “fuerzas de interposición” o “peace-keeping forces”) en las que los soldados españoles actúan bajo bandera de la ONU, mientras él participaba de un gobierno que mandaba soldados sin mandato de la ONU a Iraq.
No se respeta tampoco ya el silencio que debía mantener la oposición por los cambios en el Gobierno. Ocurrió con los primeros cambios ministeriales de Zapatero: enseguida salió Rajoy a valorar que le parecían mal los cambios, sin darse cuenta de que ha perdido las elecciones, que no es quien para juzgar a priori a nadie sin ver su gestión y que, sobre todo, debe tenerle un mínimo respeto a esa Constitución que tanto defiende y que asegura que a los ministros los propone el Presidente del Gobierno. Hoy hemos vuelto a ver al PP criticar el nombramiento de Joan Clos como ministro de Industria, en sustitución de José Montilla, que se presenta a las elecciones catalanas del 1 de noviembre. Los medios de comunicación de la derecha han empezado ya a resaltar las declaraciones y consignas del PP sobre lo “malo” que es Clos y las supuestas conspiraciones internas malísimas entre Montilla y Zapatero para echarle de la alcaldía de Barcelona. Ya no hay respeto.
Un último aspecto en el que tampoco hay respeto es el que se refiere a la seguridad del Presidente del Gobierno. A ningún partido (ni siquiera al PP hasta que llegó esta gente) se le ocurría plantear si la seguridad del Presidente era poca o mucha. Primero vimos que acusaban a la esposa de Zapatero, Sonsoles Espinosa, de hacer uso privado de la piscina del cuartel de la Guardia Civil del pueblo en el que veraneaba, pero se demostró que estaba invitada por el instituto armado y sólo usó la piscina fuera del horario reservado al cuartel. Ahora en vacaciones hemos visto cómo el PP y sus medios de comunicación han mentido sobre el dispositivo de la Guardia Civil en Canarias para velar por la seguridad del Presidente y su familia. Han llegado a decir, y se ha demostrado falso, que una patrullera que debería vigilar la inmigración ilegal (aprovechando el tema para sacar votos) estaba dedicándose a la mujer de Zapatero. Y ahora vienen a protestar por el hecho de que Zapatero usara su avión presidencial para asistir al concierto de su mujer (miembro del Coro de RTVE y suplente del Coro del Teatro Real) en Berlín, con la orquesta de Daniel Barenboim (West-East Divan Orchestra). ¡¡Y piden que Zapatero viaje en un avión de línea!! Quizás nadie en el PP se haya dado cuenta de que el gasto de seguridad que se genera en meter a Zapatero en un avión de Iberia y las molestias que se generan al resto de usuarios son mayores que el hecho de que vaya en el avión oficial. Ni acaban de asumir que Zapatero es presidente y Rajoy no lo es, y por eso Zapatero usa el avión del Presidente (y el coche, y la casa…) ni asumen que la seguridad del Presidente del Gobierno es un asunto de la seguridad del Estado mismo. En resumen, Zapatero no tiene derecho a ir en privado a Berlín, porque ello conlleva una catarata de peticiones de comparecencias y preguntas al Gobierno en las Cortes.
Pero los hijos de aquellos políticos post-franquistas no han sido tan tolerantes ni comprensivos como sus padres, ni entre ellos podemos decir que haya un “hombre de Estado”. Hoy, en nuestros días, podemos ver cómo se critican cosas que izquierda y derecha dejaban fuera del debate político hasta que apareció la figura de José María Aznar, seguido de otros halcones de la derecha como Acebes, Zaplana y Rajoy.
Hoy, por tanto, la derecha ya no respeta las decisiones del gobierno sobre política antiterrorista y juega con el dolor de las víctimas en busca de un beneficio electoral. Lo estamos viendo día tras día, con insultos y amenazas por parte del PP a todo nivel.
De igual modo, hemos comprobado esta semana cómo no se respeta ya el consenso sobre política exterior y el líder de la derecha, Rajoy, ha criticado a Zapatero por “predicar el pacifismo y ser el que más tropas tiene en el extranjero”. A uno le da asco una declaración de este tipo, un señor que estuvo en el gobierno que mandó tropas a Iraq con la oposición de medio país, con manifestaciones masivas, una huelga general de varias horas… se atreve a decir que el Presidente del Gobierno no es pacifista por las misiones que ejerce el Ejército en el extranjero (Congo, Afganistán, Kosovo, Bosnia y hasta hace unos meses Haití, a lo que hay que sumar en un plazo breve Libano). Además de resultar un insulto a la labor que hace el Ejército, resulta una solemne hipocresía que critique misiones de paz (llamadas por la ONU “fuerzas de interposición” o “peace-keeping forces”) en las que los soldados españoles actúan bajo bandera de la ONU, mientras él participaba de un gobierno que mandaba soldados sin mandato de la ONU a Iraq.
No se respeta tampoco ya el silencio que debía mantener la oposición por los cambios en el Gobierno. Ocurrió con los primeros cambios ministeriales de Zapatero: enseguida salió Rajoy a valorar que le parecían mal los cambios, sin darse cuenta de que ha perdido las elecciones, que no es quien para juzgar a priori a nadie sin ver su gestión y que, sobre todo, debe tenerle un mínimo respeto a esa Constitución que tanto defiende y que asegura que a los ministros los propone el Presidente del Gobierno. Hoy hemos vuelto a ver al PP criticar el nombramiento de Joan Clos como ministro de Industria, en sustitución de José Montilla, que se presenta a las elecciones catalanas del 1 de noviembre. Los medios de comunicación de la derecha han empezado ya a resaltar las declaraciones y consignas del PP sobre lo “malo” que es Clos y las supuestas conspiraciones internas malísimas entre Montilla y Zapatero para echarle de la alcaldía de Barcelona. Ya no hay respeto.
Un último aspecto en el que tampoco hay respeto es el que se refiere a la seguridad del Presidente del Gobierno. A ningún partido (ni siquiera al PP hasta que llegó esta gente) se le ocurría plantear si la seguridad del Presidente era poca o mucha. Primero vimos que acusaban a la esposa de Zapatero, Sonsoles Espinosa, de hacer uso privado de la piscina del cuartel de la Guardia Civil del pueblo en el que veraneaba, pero se demostró que estaba invitada por el instituto armado y sólo usó la piscina fuera del horario reservado al cuartel. Ahora en vacaciones hemos visto cómo el PP y sus medios de comunicación han mentido sobre el dispositivo de la Guardia Civil en Canarias para velar por la seguridad del Presidente y su familia. Han llegado a decir, y se ha demostrado falso, que una patrullera que debería vigilar la inmigración ilegal (aprovechando el tema para sacar votos) estaba dedicándose a la mujer de Zapatero. Y ahora vienen a protestar por el hecho de que Zapatero usara su avión presidencial para asistir al concierto de su mujer (miembro del Coro de RTVE y suplente del Coro del Teatro Real) en Berlín, con la orquesta de Daniel Barenboim (West-East Divan Orchestra). ¡¡Y piden que Zapatero viaje en un avión de línea!! Quizás nadie en el PP se haya dado cuenta de que el gasto de seguridad que se genera en meter a Zapatero en un avión de Iberia y las molestias que se generan al resto de usuarios son mayores que el hecho de que vaya en el avión oficial. Ni acaban de asumir que Zapatero es presidente y Rajoy no lo es, y por eso Zapatero usa el avión del Presidente (y el coche, y la casa…) ni asumen que la seguridad del Presidente del Gobierno es un asunto de la seguridad del Estado mismo. En resumen, Zapatero no tiene derecho a ir en privado a Berlín, porque ello conlleva una catarata de peticiones de comparecencias y preguntas al Gobierno en las Cortes.
Por cierto, cuando me refiero a "los medios de comunicación afines al PP" me refiero a la COPE, en primer lugar, seguida de otros. En cualquier otro país, el presidente del Gobierno habría protestado ante el nuncio vaticano o habría llamado a consultas al embajador en el Vaticano por las declaraciones, insultos y falsedades que emite la radio de los obispos. En nuestro país, hay un Presidente del Gobierno con un grado de paciencia superior.