No es un fantasma, y no sólo recorre Europa. Pero igual que hace más de 150 años se le negaba a Carlos Marx la mera existencia de lo que unos llamaron “lucha de clases” y otros “cuestión obrera”, hoy hay quien niega una evidencia de similar calibre, el cambio climático. Y digo de similar calibre porque es muy seguro que nos ocupemos de ella en los próximos 150 años. Y, por si fuera poco, con bastante relación con el modo de ver las cosas que tenemos tanto la izquierda como la derecha.
Nuestra estrategia de país, nuestro modelo económico, nuestro esquema mundial Norte-Sur, respecto del de la derecha, girarán ya no sólo en cuestiones de derechos civiles y sociales sino en derechos climáticos, íntimamente relacionados con los anteriores.
La dialéctica hegeliana, desarrollada por Marx en torno a dominantes y dominados, que ha devenido en Norte y Sur con la globalización, pasará a ser la dialéctica de la Alianza de Civilizaciones y la lucha contra el cambio climático, de una parte, y de la necesidad (sí, necesidad) de confrontación bélica y la negación del calentamiento global, de otra parte, de la parte neoconservadora que pretende que los mismos sigan siendo los mismos y lo paguemos todos… y el Planeta.
Y esto, esta diferencia abismal entre izquierda y derecha, se emparenta con otras disputas anteriores, con nuestra confianza en la ciencia y el apoyo de ellos a los dogmas de fe más o menos caducos, con castigar a Galileo y reírse de Darwin o darle la razón a la diosa Razón.
Naciones Unidas ha establecido que en los últimos 30 años se ha derretido en el Polo Norte una superficie de hielo aproximadamente equivalente a 4 veces la España peninsular. Mientras tanto, hay quien se dedica a moldear sus abdominales y a hablar de que se quiebra España.
Y aquí, la única España que se quiebra es de hielo, y en otras latitudes.
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