Hoy, 26 de junio, se cumplen 100 años del nacimiento de Salvador Allende. El diario El País recoge un artículo de Ricardo Lagos sobre la figura del derrocado presidente chileno. Y a lo largo de este año, la Fundación que lleva su nombre ha conmemorado el aniversario bajo el lema "Cien años, mil sueños". Porque Allende puede definirse por diversos rasgos (médico, socialista, chileno...), podemos decir que tiene otra serie de facetas más o menos desconocidas (su relación con la masonería, por ejemplo) pero, sobre todo, yo lo definiría como un creador de sueños.
Él mismo lo dejó ver en su último discurso: "un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia". Canalizó los anhelos de una parte de la sociedad chilena hacia la independencia económica, la redistribución de la riqueza y la profundización democrática.
La dignidad es quizás una de las señas de identidad de Allende en su vida y en su mandato, a tal punto que resolvió su vida con esa premisa de dignidad, de mantenimiento de su nexo con el pueblo que le había votado.
Hoy quería acordarme de la figura irrepetible de Allende. En mi Agrupación lo recordaremos el martes, con un cinefórum con la película "Salvador Allende", del cineasta Patricio Guzmán.
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