22.4.06

En memoria de la II República.

El pasado 14 de abril se cumplieron 75 años de la proclamación de la II República Española, régimen truncado tras la sublevación militar que dio origen a nuestra última Guerra Civil. Son muchos los que han escrito en sus blogs y muchos los que han hecho o van a hacer homenajes.

Pues bien, parece que hay que echar cubos de memoria sobre un periodo manipulado por la Historia. La derecha se empeña en decir que la República apenas trajo avances y que fue un régimen de caos. Desde la izquierda, sólo unos pocos historiadores se acercan a la realidad con los ojos claros, sin que estén empañados por las lágrimas de la emoción. Otros, además, añaden la épica y la hagiografía exaltante de sus respectivos partidos políticos.

Por otro lado, están aquéllos que reivindican una tercera república… pero opinar es gratis y, como sabemos, todos los españoles solemos opinar gratuitamente, sobre todo, de medicina y de Derecho. Y éste, además de un problema político, es un problema jurídico, cosa ésta de la que algunos se han olvidado y no es menos importante.
Buena parte de nuestra población, en un supuesto referéndum entre Monarquía y República, votaría por la segunda, sobre todo si despersonalizamos a la primera y pensamos sólo en la institución, dejando a un lado a Juan Carlos de Borbón. Nuestro país es el único de Europa del Sur que es una monarquía. La caída de la dictadura griega y la Revolución de los Claveles llevaron repúblicas democráticas a nuestros vecinos del Sur, dejándonos a nosotros como los únicos con una monarquía impuesta por voluntad de Franco, e incapaces de quitarla dados los avances democráticos.

Hoy voy a hacer aquí mi particular reivindicación republicana.

Yo quiero reivindicar otra república, que cae en el olvido. La república de los intelectuales, porque fueron ellos desde las tribunas de los periódicos los que forzaron la situación de una insostenible monarquía. La república de la reforma agraria, que es tanto como decir la república de los campesinos, una reforma agraria que trajo a España el mayor avance en redistribución de la riqueza desde las desamortizaciones de las tierras eclesiásticas. Reivindico una república laica. Una república sin exaltaciones, una república tranquila (recordemos el “no es esto, señores, no es esto” de Ortega y Gasset). Yo reivindico la república de Prieto, de Largo, de Azaña, de De los Ríos, de Jiménez de Asúa, de Giral, de Casares, de Martínez Barrio. Yo reivindico que también, no lo olvidemos, había republicanos de derechas, una minoría, pero los había.

Sin embargo, muchos reivindican una tercera república como la segunda. Es más, cuando rememoran la segunda, lo hacen centrándose casi en exclusiva en la república de 1931 y de 1936-1939, o sea, que se pasan de largo de la proclamación a la Guerra Civil. Rememoran una república en guerra, trágica y, además, una república en la que las circunstancias llevaron a suprimir las más elementales libertades públicas con el ánimo de ganar la guerra.

Por cierto que no quiero terminar sin echar un buen jarro de agua fría. Aquéllos que hoy vociferan más a favor de la República, sobre todo desde el PCE y su coalición consigo mismo, IU, quizás tengan remordimientos y por eso hoy son los que más ruido meten. Sólo unos pocos datos históricos: el PCE no participó en 1930 en el Pacto de San Sebastián, que unió a los partidos políticos democráticos contra la monarquía. El PCE fue un partido marginal (y, en un principio, extraparlamentario) en la II República, si exceptuamos el periodo de mayoría del Frente Popular, en el que sólo tuvo 11 escaños. El PCE no participó ampliamente, como ellos intentan hacer ver, en la huelga general de 1934, auspiciada por el PSOE y la UGT. El PCE no participó en las instituciones republicanas en el exilio, que permanecieron en sus cargos hasta 1977. El PCE hasta luchó contra esas instituciones, verdaderas depositarias de la legalidad y la legitimidad españolas (en las que sí participó el PSOE, notablemente, en las personas de Rodolfo Llopis, presidente del Gobierno en 1947, y de Luis Jiménez de Asúa, ilustre penalista, presidente de la República de 1962 a 1970. Y, por último, el PCE se abstuvo en la enmienda presentada por el PSOE (por Gregorio Peces Barba y Alfonso Guerra) en las Cortes Constituyentes, en 1977, al proyecto de Constitución, por la que España se constituía en República. Por eso, quizás, hoy gritan tanto, porque les remuerde el haber querido hacer de la República una etapa de la Historia a su exclusivo servicio.

12.4.06

Centenario.

Aquí va una breve crónica del Congreso Extraordinario de Juventudes Socialistas de España, celebrado con motivo del Centenario de la Organización.

Como sabéis, el Congreso se desarrolló en el Bilbao Exposition Center, de Baracaldo, Vizcaya. Así, para empezar, podría yo decir que la organización estuvo bien porque estamos acostumbrados a un congreso y no hubo mayores problemas, pero podría haber estado mejor, sobre todo con vistas al Festival Mundial de la IUSY de julio, que también organiza JSE.















Como intervenciones destacables, empiezo por mi preferido, por el tono de voz y el tono de dirigirse a los presentes: Patxi López, Secretario General del Partido Socialista de Euskadi-EE. La frase magistral de Patxi fue: “yo no quiero unas Juventudes que vengan por detrás, empujando, yo quiero unas Juventudes por delante, abriendo camino”. Y el tono en el que se dirigió Patxi López a los delegados, observadores e invitados fue el tono que muchos desearíamos escuchar de todos los dirigentes del Partido hacia Juventudes: humildad, franqueza, nada de paternalismo, respeto, respeto a nuestras ideas, respeto a nuestra autonomía y petición de ayuda y de participación.

Giacomo Fillibeck, representando a la ECOSY, hizo un llamamiento al impulso europeo sobre la base de la (hoy ya asegurada) derrota de Berlusconi y la derecha ultra italiana.

Destacable también Santiago Carrillo, exsecretario general del PCE desde los años 60 a los 80 y Secretario General de JSE desde el año 1932 a 1939. Creo que hemos querido superar las rencillas que condujeron a Carrillo al Partido Comunista. Y creo que Carrillo, que no obtuvo el perdón de su propio padre por irse al PCE, al menos sí ha obtenido nuestro perdón. Carrillo expresó sentirse orgulloso de lo que hizo durante la II República y la Guerra Civil. Y nos animó a conectar más y mejor con los hábitos de los jóvenes de hoy. Su lucidez, con más de 90 años, es pasmosa.

Destacable Alfonso Guerra, exvicesecretario general del PSOE. Polémico, como siempre. Levantó tantos aplausos como comentarios por su discurso, de casi dos horas. Aplausos cuando trazó la historia del PSOE y de JSE, cuando habló del mundo de hoy, y polémica cuando se refirió al nacionalismo y a las reformas de los Estatutos de Autonomía. Como frases destacables, me quedo con dos: “Yo no he venido aquí a adularos: eso lo hacen los que luego no os dejan participar” y “Juventudes no puede ser como un Partido en pequeñito: el Partido debe encargarse del poder, Juventudes de la influencia”.

Por lo demás, mucho buen ambiente. Apenas se habló de los posibles candidatos para el próximo Congreso Federal, mucho momento emotivo (con los antiguos militantes, con el coro de la UGT…) y muchos, muchos recuerdos porque pocos, pocos son los que han podido ver este momento del Congreso del Centenario, que no se repetirá.